Los aeropuertos son sitios de encuentro donde cientos de personas de distintas nacionalidades convergen en un mismo lugar ya sea para viajar o trabajar.
Hoy, a los pasajeros se les pide llegar tres horas antes del despegue de un vuelo internacional; también es normal que se les solicite el pasaporte u otros documentos en cada paso del trámite aeroportuario antes de llegar a abordar el avión.
Esa complejidad y el proceso frecuentemente largo está evolucionando hacia otro concepto: el de automatización. Y la aliada para lograrlo es la tecnología biométrica, que ya se usa en distintos continentes, incluso en América Latina.
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Este fue el tema central del reciente congreso Airport Day Pura Vida, organizado en Costa Rica por el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI, por sus siglas en inglés) a inicios de marzo, con representantes de aeropuertos y empresas del sector de América Latina, Estados Unidos y Europa.
La tendencia mundial consiste en pasar de la verificación al enrolamiento. Esto significa que, por ejemplo, un pasajero llegue primero a un kiosko de enrolamiento donde se registra su rostro e ingresa datos como la firma o las huellas dactilares, un sistema que se usa en otros contextos como la renovación de cédula o licencia.
Ese es uno de los sistemas que ha diseñado Thales, una empresa francesa que está entre los principales fabricantes de lectores de documentos del mundo.
Pablo Jury, gerente de Marketing de Thales para América Latina, explicó a EF que esa información captada en el primer paso se guarda para usarse en otras etapas, más allá del control fronterizo con los oficiales de migración. El sistema reconocerá el rostro de la persona en el check in, compras en tiendas dentro de la terminal aérea y hasta el embarque, todo a través de dispositivos como e-gates, pantallas o escáneres en un proceso de self service.
También es posible involucrar dispositivos moviles, aunque la calidad de la fotografía y otros elementos no es la misma.
Según Jury, el piloto que Thales ha implementado dio como resultado una reducción del 30% en el tiempo que se demora para abordar el avión. La idea es que la personas embarquen sin necesidad de mostrar documentos de nuevo.
Todo esto repercute finalmente en la experiencia del pasajero, y en el negocio también. Según expuso Daniel Gumberger, representante del aeropuerto de Munich, hay estudios que indican que los aeropuertos con mejor experiencia para el usuario tienen mejores ingresos relativos. La fórmula pasa por procesar más pasajeros con el mismo personal pero con apoyo de tecnología.
La biometría, sin embargo, genera una preocupación para personas y gobiernos: el uso de los datos. Europa es mucho más quisquillosa que América Latina en esta materia.
Aquí hay varios modelos: el manejo directo de los datos por un ente gubernamental o la entrada de un tercero que ofrezca ese servicio.
“Es mucho más confiable que una entidad gubernamental sea la que maneje y administre esto con base en normativa internacional”, aseguró Jury.
Ese es el caso de Europa, a través de Eurodac, y de EE. UU., donde la administración corre por cuenta de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
A final de cuentas, la única forma de dar viabilidad a este tipo de tecnología es con una coordinación tripartita entre aerolíneas, aeropuertos y gobiernos.
Experiencias
Asia camina varios pasos adelante en esta tendencia, a raíz del volumen de pasajeros que manejan y la adopción de tecnología. Los aeropuertos de Narita, Singapur o Beijing son ejemplos de terminales automatizadas.
En Narita, la empresa Amadeus está diseñando un proceso biométrico que permitirá a los pasajeros pasar de la facturación al embarque utilizando la biometría, eliminando la necesidad de presentar pasaportes y tarjetas de embarque, con el sistema bautizado Face Espress.
No hay una tecnología única; cada aeropuerto y país se rige bajo sus propias regulaciones y objetivos. A la Unión Europea, por ejemplo, le interesa registrar los datos biométricos de los extranjeros que entran a su territorio en una base central europea.
El aeropuerto de Punta Cana está trabajando en implementar el autoembarque para turistas norteamericanos, pues son los que más utilizan esa terminal. También el aeropuerto de Quito está en busca de automatizar procesos.
Un ejemplo latinoamericano es Biomig, en Colombia, en el que la empresa Thales participó. Este sistema ya se usa en el aeropuerto El Dorado, en Bogotá, con el objetivo de simplificar la entrada y salida a viajeros colombianos. Para ello, usa el iris del ojo.
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A la salida del país, el pasajero colombiano registra su iris y al regresar solo tiene que pasar por las puertas Biomig, donde coloca la cédula y se comprueba el iris.
“Partió principalmente para la entrada de las personas porque es un tema de bajo riesgo migratorio, las salidas son más complicadas”, explicó Jury.
El sistema está creciendo en otras ciudades colombianas, pero no está exento a fallas. El medio colombiano Pulzo publicó días atrás que un daño de las máquinas biométricas causó largas filas. En ese caso, el representante de la empresa reconoció que no es infalible y que la solución es cerrar puertas y habilitar más agentes de migración.
¿Hacia dónde va Costa Rica?
Actualmente en el aeropuerto Juan Santamaría existen kioskos de autochequeo, los cuales han mejorado el tiempo de procesamiento, según Ricardo Hernández, director general de Aeris, concesionario del aeropuerto.
El siguiente paso será habilitar e-gates biométricos en el control fronterizo de migración. La meta es tener esta tecnología en funcionamiento dentro de 18 meses como mínimo.
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“En lugar de pasar a un kiosko tradicional con un agente de migración, la idea es que se pueda hacer a través de la tecnología para bajar el tiempo de procesamiento”, dijo Hernández. Este paso toma ahora entre uno y tres minutos y la meta es reducirlo a entre ocho y 12 segundos.
Estas e-gates estarán enfocadas inicialmente en los viajeros costarricenses, quienes conforman un tercio del flujo, para ahorrarles tiempo y desahogar filas para atender a extranjeros, según contó Marlen Luna, directora general de Migración.
“La ides es que el aeropuerto sea un sitio de paso tranquilo, una experiencia agradable, que sea su primera impresión de Costa Rica”, comentó la funcionaria.
Costa Rica emite desde el año anterior pasaportes biométricos que cuentan con un chip que guarda detalles del rostro y las huellas dactilares del portador.
La demanda de este documento creció. En febrero 2022 se emitieron 8.000 pasaportes y en noviembre fueron 38.000, según Luna. En total ya circulan unos 325.000 pasaportes bimétrcios.
Para leer este nuevo documento, el aeropuerto cambió los sistemas de detección de pasaportes y se habilitaron nuevas computadoras.