El Intel que encontrarán los más de 200 ingenieros y técnicos que empezarán a ser contratados para la nueva planta de manufactura y prueba es muy diferente a la firma que inició operaciones en Belén hace 23 años.
“La diferencia es gigantesca”, afirmó Timothy Scott, gerente de asuntos gubernamentales y relaciones públicas de Intel Costa Rica. “Ahora nos enfocamos en el mundo de los datos”.
El giro no es nuevo. A nivel internacional, la firma se enfocó en producir componentes para equipos y dispositivos que deben integrarse y ser capaces de los procedimientos que requieren las nuevas tecnologías de grandes volúmenes de información (big data), inteligencia artificial y analítica, entre otros.
El anuncio de este 10 de diciembre es la culminación de un proceso que inició hace más de un año a nivel interno.
Scott negó que la decisión esté relacionada con la situación vivida en Asia con la pandemia y los problemas de logística internacional, por las medidas de confinamiento y cierre de fronteras, que sufrieron diversas industrias a nivel internacional.
El ejecutivo explicó que en 2019 se formó un equipo muy reducido denominado Need To Know, “los que necesitan saber”, el cual debía formular una propuesta para presentarla ante la corporación. La planta local estaba en competencia con otras regiones del mundo.
Intel normalmente realiza una evaluación, tanto en manufactura como a nivel gerencial, para definir el traslado de una operación en alguna de sus plantas de fabricación, centros de investigación y desarrollo, unidades de validación o centros de servicios corporativos ubicados en distintos sitios y continentes.
La firma había realizado un análisis del mercado tecnológico y de la demanda proyectada que tendrá que atender en el futuro inmediato. De hecho, sus ingresos vienen incrementándose año con año y, pese a un tercer trimestre con un leve decrecimiento, el año terminaría con un significativo aumento de los ingresos, de la utilidad y de los beneficios por acción.
Los últimos años el empujón fue causado por el incremento de implementaciones de la transformación tecnológica en las empresas a nivel global. En este 2020 es el resultado de las necesidades de digitalización debido al confinamiento y el incremento del comercio electrónico generado desde el inicio de la pandemia.
La industria apuesta a la profundización de estos procesos en la era posterior a la pandemia causada por el Covid-19.
La decisión de ubicar en Costa Rica la planta fue finalmente adoptada hace dos meses. Le favoreció que construir un nuevo sitio es más complejo.
Oficialmente la decisión se inclinó por factores como las sinergias con las operaciones actuales en Belén; la ubicación geográfica y el mismo huso horario con respecto a las sedes de Intel en Santa Clara (California), Oregon, Nuevo México y Arizona, en Estados Unidos; el régimen de zonas francas que “ayuda a ser más competitivos” y la seguridad jurídica del país.
Las últimas fueron prácticamente las mismas razones por las que ingresó a Costa Rica en 1997.
Puesta en marcha
Tomada la decisión, casi de inmediato se comunicó a un equipo un poco más amplio en el país, al cual le correspondió iniciar la fase de planificación y definición de perfiles del personal a contratar.
La firma ya inició el proceso para que apliquen especialmente ingenieros y técnicos en las áreas de electrónica y electromecánica. Intel eligirá a quienes, a la vez, demuestren tener habilidades blandas para trabajo en equipo en forma remota, liderazgo, capacidad de convencimiento y pensamiento crítico indispensable para la innovación.
Las personas seleccionadas deberán iniciar posteriormente los procesos de entrenamiento en las tecnologías de Intel, pues la nueva planta se concentrará en la manufactura y prueba de procesadores y componentes para servidores.
No lo hará como un área aislada y aparte. Al mismo tiempo, se trabajará junto con el centro de validación, donde se revisan productos para otros equipos y dispositivos como computadoras, móviles y diversos usables (wearables), que luego pasarán a ser fabricados masivamente en otras plantas ubicadas en Asia, Irlanda o Estados Unidos.
La inversión de $350 millones, por tres años, empezaría a concretarse en el 2021 y podría aumentar. Scott reitera que esa cifra es el mínimo que se invertirá y finalmente podría ser mayor. Ya ocurrió.
En 1997, cuando la firma ingresó con la idea de aumentar su capacidad de producción global, la inversión que se anunció inicialmente por $115 millones aumentó hasta $390 millones dos años más tarde.
En aquel momento, cuando le mundo vivía el cambio tecnológico con la masificación de computadoras en oficinas y el auge de las empresas de comercio electrónico (las puntocom) a nivel global, el impacto de la ubicación de la planta en el país fue más allá de la inversión propiamente dicha.
Lo más evidente, en el inicio las exportaciones de Intel llegaron a representar el 38,5% del total de las ventas al exterior de Costa Rica en 1999.
El llamado “Efecto Intel” implicó que cerca de 300 firmas de alta tecnología y de servicios, reconocidas a nivel internacional, se instalaran en Costa Rica en las siguientes dos décadas, lo que transformó y diversificó las exportaciones (pasaron de productos tradicionales a productos y servicios de media y alta tecnología).
Con las nuevas empresas, el peso relativo de Intel de las exportaciones varió. Al cumplir sus primeros 10 años en el país, la firma exportaba alrededor del 15% del total.
En la economía su importancia seguía siendo muy relevante. Un estudio del economista Ricardo Monge, indica que la participación de Intel representó un promedio del 0,61% del Producto Interno Bruto entre 1998 y 2015, siendo la única firma transnacional con tal peso en la economía local.
Las firmas multinacionales e Intel transformaron, además, el empleo a nivel local, incluyendo los esquemas de beneficios. Solamente Intel empezó ofreciendo salarios tres veces superiores a otras industrias locales; en 2014 las remuneraciones de la firma llegaron a ser hasta seis veces mayores.
Entre 2005 y 2007 Intel llegó a tener más de 3.000 empleados, su planilla más grande. Fue cuando incorporó el centro de servicios corporativos.
Las operaciones de la fábrica también han cambiado en diferentes momentos. Por ejemplo, en 2011 introdujo la producción y exportación de circuitos integrados y microestructuras, disminuyendo las de partes para computadoras. Vendrán más cambios.
En 2014 la firma decidió trasladar la manufactura a Asia, donde tiene fábricas en Chengdu y Dalian, en China, e inauguró una planta en Vietnam dos años más tarde.
En Belén quedó el centro de servicios corporativos, al que se sumó el centro de investigación y desarrollo, que incluye el megalaboratorio de validación.
Al año siguiente, se estimaba que las exportaciones de Intel en investigación y desarrollo representaron el 60% de los $125 millones totales del país en esta materia.
Giro global
La transformación digital de la mano de las nuevas tecnologías, en lo que se conoce como la Revolución 4.0, abrió una nueva era. El cambio se sintió en la demanda.
En 2018 Intel tuvo que aumentar la capacidad de las plantas en Vietnam e Irlanda, especialmente, pues las firmas de ensamblaje de computadoras, servidores y dispositivos electrónicos sufrían una escasez casi crónica de suministros de componentes por el aumento de las ventas que iba dejando desocupadas las bodegas.
Scott explicó que desde hace seis años el mercado, la tecnología y los clientes evolucionaron muy rápidamente, lo cual planteó nuevas condiciones y exigencias. Las mismas proyecciones de Intel quedaron varias veces superadas por la magnitud del cambio.
La misma Intel dejó de enfocarse en ser un simple fabricante de chips para servidores y computadoras personales para enfocarse en productos dirigidos al mercado de datos, de mucho mayor tamaño y potencial que abarca desde esos equipos hasta autos, asistentes inteligentes en los hogares y relojes inteligentes.
La demanda también creció con el incremento en el uso de aplicaciones y servicios de video streaming, una industria con importantes jugadores mundiales como Netflix, HBO y Disney que compiten fuertemente en varios mercados.
La consolidación de la digitalización durante la pandemia incrementan también actúa en el mismo sentido de incrementar la demanda de servicios, aplicaciones y dispositivos tecnológicos.
La firma International Data Corporation (IDC) reportó el pasado 9 de diciembre que las ventas de servidores, por ejemplo, crecieron en el tercer trimestre del 2020 un 2,2% a $22.600 millones, aunque los embarques declinaron levemente 0,2% a 3,1 millones de unidades.
IDC estima que, por el impacto de la pandemia y la obligación de las empresas para transformarse, para el año 2022 el 65% del PIB mundial se digitalizará. Los cálculos de la firma indican que las inversiones en cambio digital directo sumarán $6,8 billones entre 2020 y 2023.
Impacto y retos
Es difícil anticipar cuál será el impacto de la nueva operación de Intel en Costa Rica, tanto en la economía y las exportaciones como en la atracción de inversión.
La firma actualmente cuenta con 2.200 personas, a las que sumarían más de 200 en 2021 por la planta de manufactura y pruebas.
El centro de servicios y el de investigación y desarrollo también podrían crecer en empleo, en el primer caso con personal en áreas económicas, “si se generan las condiciones” para atraer proyectos y aumentar puestos.
A otras firmas y sectores que contratan personal especializado esto traerá nuevas presiones en el mercado laboral, dado el déficit de talento en tecnologías de información y comunicación.
En particular, las empresas que sentirán mayor tensión podrían ser las que contrataron ingenieros que en 2014 trabajaban para en la planta que Intel cerró en ese año.
También hay desafíos para diferentes entidades y sectores.
Scott señala que en Costa Rica siguen pendientes mejorar en tramitología. Además, será fundamental mantener la seguridad jurídica en el régimen de zonas francas.
Ricardo Monge agregó que se debe mejorar la cobertura y calidad de la educación en primaria y secundaria, así como el desarrollo de las habilidades blandas.
A nivel empresarial el desafío sigue siendo el encadenamiento y la innovación de las empresas locales.
La lista de retos incluye el mejoramiento de la infraestructura en general y de las telecomunicaciones (incluyendo la banda ancha) y el desarrollo de instrumentos financieros distintos al crédito tradicional entre las entidades financieras no bancarias, entre otros.
Lo más urgente sin duda es la formación de más talento en las áreas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
En este campo hay más vocación e interés, pero falta incorporar más mujeres. Falta también aumentar la calidad y el volumen del talento en general, pues el reto es formar y entrenar a la nueva generación de técnicos e ingenieros, dar por superada la época de la ofimática y responder a un mundo que corre hacia las nuevas tecnologías y los datos.
“Es una oportunidad para que el país redoble esfuerzos en la formación de este tipo de profesionales que tanto requiere el sector de tecnología”, dijo Paul Fervoy, presidente de la junta directiva de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación (Camtic).