Bernarda Sánchez se propuso concluir el bachillerato dos décadas después de haber dejado el colegio, dedicada a su hogar y a sus hijos, pero no se detuvo: estudió informática y luego aprovechó un programa de capacitación en tecnología.
Actualmente trabaja en una firma desarrolladora que brinda servicios de consultoría y programación en la nube. “La idea es seguir certificándome”, dijo Bernarda.
Ella es de Paraíso de Cartago. Estudió en la escuela Eugenio Corrales y luego siguió en el Liceo de Paraíso en 1994. Se casó con Alejandro Sánchez, quien se dedicaba al comercio, y ella se enfocó a trabajar en el hogar.
Su hija Alana, quien tiene un puesto en el Hospital Calderón Guardia y estudia medicina en la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA), tiene 29 años de edad y Evan, que estudia diseño gráfico y está empleado en una firma de servicios tecnológicos, le sigue con 23.
Bernarda también realizaba ventas a personas conocidas. Viajaba a Panamá o a México, traía y comercializaba ropa. Su idea fue siempre retomar el estudio. No se sentía cómoda con dejar algo incompleto en su vida.
En 2016 matriculó las seis materias de bachillerato por madurez y las terminó de un solo. No se detuvo. De una vez ingresó al Colegio Universitario de Cartago (CUC). Su vida estaba dando un gran giro.
Allí empezó una ruta en la que siempre estuvo dispuesta a preguntar y recibir apoyo de compañeros de estudio, y ahora de trabajo, más jóvenes. No fue fácil, sin embargo.
Bernarda, que en ese momento tenía casi 40 años de edad, confiesa que no sabía nada de informática. Eso no fue problema. Poco a poco fue adaptándose y no tenía temor de consultar o solicitar ayuda si no entendía algo.
Al terminar informática en el CUC tenía que realizar una práctica en alguna empresa o institución. La cumplió en la sede central del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) durante el 2020.
La llamaron después para hacer nombramientos, sustituyendo a otros funcionarios que estaban de vacaciones o en incapacidad. En el PANI había oportunidades de quedarse.
Los puestos que aparecían, sin embargo, eran fuera del Valle Central, en Pérez Zeledón o en Limón, entre otros. Alejarse de la familia y de su madre, Dora y de 82 años, no era posible. Las oportunidades no dejarían de surgir.
La funcionaria del PANI que había supervisado su práctica, Jessica Méndez, le envió un día información de un programa de la Fundación CRUSA y de la academia tecnológica Elev8 acerca de unos cursos para certificarse en las plataformas de computación en la nube de Amazon Web Services (AWS).
La iniciativa denominada AWS re / Start, en la que participa la misma AWS, se propone la formación y desarrollo de personas para la empleabilidad y cubría a un grupo de 23 mujeres. El 70% de ella ya se ubicó en una empresa.
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Para CRUSA el objetivo también es impulsar la formación del talento en áreas de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (STEM), así como facilitar empleos de calidad a las mujeres.
La gran barrera, prevaleciente, es el estancamiento y la brecha de la participación y graduación de mujeres en áreas STEM.
La situación ocurre pese a la demanda de recursos humanos que hay tanto en el sector tecnológico y de servicios como en otras industrias, las cuales requieren personal especializado de cara a la transformación digital. En general solamente una tercera parte de los títulos universitarios son en tecnología.
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Muchas mujeres se incorporan y aprovechan las oportunidades que se generan en este tipo de programas. Bernarda dijo que el miedo a la tecnología siempre está presente en ellas y que van en desventaja, especialmente cuando tienen hijos. Lo mismo ocurre con el idioma.
En su caso, ella afirmó que entiende cuando alguien le conversa en inglés y que lee documentos técnicos en ese idioma, gracias a los cursos que recibió en el CUC y en con la misma Elev8, aunque necesita hablarlo más para adquirir seguridad. No son barreras insalvables.
“Uno se encuentra con gente dispuesta a ayudar, sobre todo los compañeros de estudio y de trabajo”, dijo Bernarda. Y recalcó: “Conozco mujeres muy cargas, con mucha capacidad, que no tienen que envidiarle nada a nadie”.
Algunos programas existentes se enfocan en las emprendedoras. Es el caso de una iniciativa de la Fundación para la Sostenibilidad y la Equidad (Aliarse), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y la Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ).
Aquí se brindaron herramientas tecnológicas a 134 mujeres de zonas rurales de Pedernal de Puriscal, de Jicaral y de El Socorro de Piedades Sur de San Ramón.
El proyecto, denominado proyecto Mujeres productoras agropecuarias agentes de cambio para la transformación verde y la reactivación económica local, también comprende asesoría y acompañamiento en gestión y en buenas prácticas ambientales para contribuir a la cadena productiva y la comercialización de los productos desde un enfoque inclusivo y de innovación verde.
Otra iniciativa es la de la Fundación Aliarse y Cargill con emprendedoras de Belén, en las que también se desarrollaron capacidades en el área digital enfocadas en los pequeños negocios.
En el caso de AWS re / Start, en el que participó Bernarda, el programa abarcaba 48 sesiones de formación en línea y otra cantidad igual de sesiones de laboratorio práctico durante cuatro meses.
En esas sesiones, las participantes debían cumplir ejercicios basados en escenarios reales utilizando tecnologías de Linux, Python, redes, seguridad y bases de datos relacionales. Finalmente obtenían la AWS Certified Cloud Practitioner Certification, una credencial que evidencia sus habilidades y es reconocida por la industria a nivel mundial.
“Este proyecto es un modelo innovador que ofrece alternativas de formación técnica para aumentar las oportunidades y la permanencia de mujeres en empleos formales de calidad”, destacó Flora Montealegre, directora ejecutiva de Fundación CRUSA.
La mira se centra en la reinvención personal, laboral y profesional. Así, Bernarda pasó en pocos años de su trabajo en el hogar y de vender ropa a trabajar con herramientas tecnológicas en boga. “Desde el primer día fue muy bonito”, dice Bernarda.
El programa lo iniciaron en setiembre de 2022. Además de los cursos en materia tecnológica, las participantes recibieron inglés técnico. Una mentora o coach las orientó en cómo usar la red social LinkedIn, especializada en el área laboral.
Todo fue virtual, con excepción de dos sesiones. El examen final fue el 1° de diciembre y ocho días después ya estaba recibiendo el certificado. Cuando lo recibió, Bernarda ya tenía más de un mes de estar trabajando en la firma IN2Clouds, especializada en servicios de nube con tecnología de AWS.
Durante el mes de noviembre, tras enviar el curriculum vitae y pasar el proceso de reclutamiento, ella recibió el entrenamiento y empezó el contrato propiamente el día de su graduación del programa AWS re / Start.
Actualmente Bernarda trabaja con herramientas de inteligencia artificial y de nube para desarrollo de soluciones corporativas. También le corresponde brindar consultorías a clientes que están ubicados en Estados Unidos, México, Colombia y Perú.
Para ella contratar personal maduro le da varias ventajas a las empresas. De hecho, cuenta que en las entrevistas con Elev8 y con IN2Clouds enfatizó en su total disponibilidad. Y eso incluye no dejar de formarse en tecnología.
“Quiero certificarme, seguir en la misma línea”, repitió Bernarda.