La uva no es un cultivo del trópico, sino de países con clima templado. Pero en Costa Rica un grupo de productores agrícolas lograron cultivarla, producirla a través de la empresa Vicosa y comercializar vino con la marca Teber a través de supermercados y algunas licoreras. La empresa ya tiene en fermentación otros proyectos buscando el crecimiento.
“Estamos diversificando”, dice Walter Ruiz, presidente de Vicosa.
A mediados de los años ochentas una misión técnica taiwanesa, la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) firmaron un convenio de colaboración para sembrar uva en el país.
Empezaron con unas noventa variedades de uva en la Estación Experimental Fabio Baudrit, de la UCR y ubicada en el Barrio San José de Alajuela. La idea era probar y evaluar las variedades que se adaptaban a las condiciones del trópico.
Desde finales de la década de los ochenta y principios de los noventa se empezó a sembrar las variedades elegidas en una granja del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) ubicada en La Uruca y en una fina del actual Instituto de Desarrollo Rural (Inder) en Cañas, Guanacaste.
En el INA se brindaban clases y capacitaciones en viticultura tropical a los agricultores interesados, mientras que en San Luis de Cañas se realizaban los proyectos de reproducción de las plantas para entregarlas a los productores. En la primera generación de técnicos preparados se encontraba Arnoldo, padre de Walter, y quien era empresario agropecuario.
Arnoldo, era ingeniero agrónomo y había trabajado en empresas agropecuarias. Junto con otros diez productores, que participaron en el proceso, formaron una Asociación de Productores de Uva de Costa Rica, pues un requisito de la misión técnica taiwanesa era que las personas beneficiarias del proyecto estuvieran organizados.
La siembra de uva se inició en fincas de Acosta, de Mora, de Atenas, de San José de Alajuela y, en la de Arnoldo, de Santa Ana.
La primera cosecha fue en 1994 y se empezó a comercializar mediante un proyecto de agroturismo, donde los visitantes podía conocer cómo se cultivaba y cosechaba la uva en el país.
Al año siguiente se generó un excedente de uva y no tenían cómo venderla. De las dos cosechas que se obtenían al año, la de febrero se vendía bien como uva de mesa. Sin embargo, la de cosecha de junio tenía dificultades de comercialización.
El mercado estaba muy competitivo, debido a la importación de uvas desde desde Chile y California que hacía el comercio en el país. Para todo problema hay una solución.
Con esa filosofía la propuesta fue extraer el jugo y crear un vino artesanal. A partir de 1996 se empezó la degustación en La Garita. El producto resultó atractivo.
Walter explica que al ser un vino dulce se acerca al paladar del consumidor costarricense. Ahora había que dar otro paso.
Con un socio italiano se importó la maquinaria y los equipos fabricados en el norte de Italia. Incluso viajó desde allá un técnico. Así se creó Vicosa.
La producción de vino se inició a finales de 1997. Las primeras botellas se vendían en un restaurante que se había creado en la misma finca de La Garita y en la fábrica ubicada ahí mismo. Vendían uvas y vino. Empezaron con poco.
A principios de la siguiente década, y con la entrada del nuevo siglo, se empezó a incorporar otras variedades de uva. Ya tenía uva para mesa de la variedad Ruby, sin semillas. De Taiwán se trajo otra variedad, conocida como Isabella.
Se cultivaban también otros tipos de uvas y vinos de mayor aroma y sabor, como Macabeo para vino blanco y Lambrusca para vino rosado. La diversificación es estratégica.
Cuando la bacteria bautizada como xylella fastidiosa empezó a afectar los cultivos de uva (primero baja la producción y el rendimiento; luego la planta se muere) se sintió el golpe, por lo que se tuvo que hacer un cambio de cultivo por partes y se empezó a importar jugo concentrado y vino a granel de Europa y Chile.
Cuando la misión taiwanesa se fue del país, tras el cambio de relaciones diplomáticas y comerciales del país de Taiwán por China en 2006, los productores de uva dejaron de recibir la asesoría y se sintieron huérfanos. Varios de ellos se retiraron de la actividad, dejaron de cultivar uva, optaron por otros productos e incluso algunos vendieron sus fincas.
Del grupo original solo quedaron cuatro productores. También se empezó a comprar uva a otros productores que había surgido aparte y que no son socios de la fábrica.
Es cuando Walter ingresa a Vicosa. Él también es ingeniero en agronomía, graduado de la UCR en 1974. Había trabajado en instituciones públicas agropecuarias y como profesor universitario. Incluso se había encargado de la finca de ganadería de leche que Arnoldo, su padre, había comprado en 1972 en Coronado.
Ambos mantenían una producción muy diversificada en sus fincas de Santa Ana (comprada hace setenta años), Coronado y La Garita (hace treinta y seis años): lechería, café, frutales, maracuyá, lechuga (con agricultura hidropónica), limón mesina y también ganado de carne.
En algún momento parte de la finca de Santa Ana se vendió para lotes, pero el resto quedó para frutales y dos hectáreas y media para uvas.
En esa década Vicosa empezó a comercializar vinos en los supermercados Más X Menos, que pertenecían entonces a la Corporación de Supermercados Unidos (CSU). Tras la adquisición de los supermercados por Walmart, Vicosa pasó a formar parte del programa de apoyo a pequeños proveedores de la firma.
Entonces empezó a recibir capacitación y asesoría, lo cual permitió realizar mejoras en la presentación de los vinos (en etiquetas y botellas), en eficiencia, en servicio y en comercialización. El cambio fue más allá.
Se pasó de una fábrica artesanal de ventas directas en la fina y el restaurante a la comercialización a través de canales de comercio al detalle. Además de producir vino con la uva cultivada en la Meseta Central, también se fabrica con jugo de uva concentrado importado desde España e Italia.
Walter dice que llevar los productos a góndolas implica desarrollar una relación distinta con los consumidores. También se incrementó la cantidad de puntos de venta: actualmente los vinos rosado espumoso, tinto dulce y tinto seco, blanco seco y blanco achampañado (espumoso, para brindis) de la marca Teber se venden en los Más X Menos, los Maxi Palí y los Palí.
Otro vino que se comercializa es vino de fresa, el cual se creó para apoyar a los productores de fresa del Volcán Poás, que tienen excedentes.
Aparte de los supermercados de la cadena Walmart, también se puede comprar el vino Teber en comercios y licoreras de la zona de Occidente (San Ramón, Palmares, Grecia, Poás, Atenas y Zarcero) y de San Carlos en presentaciones de 770 mililitros (botella normal) con un precio de alrededor de ¢3.800 (varía según el comercio, evidentemente). Se venden también garrafas de tres litros para fiestas, pero los interesados deben solicitarla directamente a la fábrica.
Vicosa se mantiene en un mercado que parece dominado por los productos importados. De acuerdo con datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) de Costa Rica las ventas de vino espumoso al exterior sumaron apenas $700.000 y $900.000 en los años 2016 y 2021, respectivamente. Incluso no se exportó en el periodo de 2018 a 2020.
La importación de ese mismo tipo de vino sí es activa: en 2015 sumó $1,9 millones; en 2021 fueron $2,8 millones, casi lo mismo que en el 2019 después de un leve descenso en 2020.
Comparen con el comportamiento de la cerveza, que pasó de exportar $5,4 millones a $8,9 millones entre 2015 y 2021. Las importaciones de cerveza sumaron $11,4 millones en 2015 y $25,3 millones en 2021.
La oportunidad para empujar el consumo y las ventas está servida. Por eso Vicosa traza nuevos planes.
La empresa sigue siendo una pequeña, con una planilla de cinco personas en la producción agrícola de la finca de La Garita y otras nueve en la fábrica, el restaurante y ventas.
Su principal marca es Teber, un vocablo cabécar que significa águila. Walter explica que la intención es resaltar las raíces costarricenses del vino. Otra marca que se maneja, para venta directa en la fábrica y en el restaurante, es La casa de La Garita. Sobre esas bases se piensa en más productos.
Junto con un grupo de jóvenes tecnólogos de alimentos, que tienen un emprendimiento, se está creando una cerveza artesanal de uva. También está en prueba una sangría con vino tinto. Hay más productos en proceso: un aceite esencial de semilla de uva y una jalea de uva.
La idea es empezar a vender los nuevos productos en La Garita como parte de las visitas guiadas a turistas en la época de la vendimia o cosecha, cuando se reinicien las actividades de ecoturismo.
Para la comercialización en puntos de venta se está en proceso de inscripción de los nuevos productos con la meta de iniciar la venta de cerveza y la sangría a final del 2022 desde la fábrica y el restaurante de La Garita y luego en bares y restaurantes.
Con Walmart también se quiere empezar a vender vino en los supermercados que la cadena tiene en la región centroamericana. “Eso es a futuro”, dice Walter. “Hay que cumplir los requisitos de trazabilidad y registros”.