Desde los tres años de edad, Doris Ramírez descubrió su pasión por el canto.
Junto a sus hermanos, allá en Santa María de Dota (donde vivió parte de su niñez), fingía que tenía un programa de televisión llamado “Marinerita”: todos hacían una ronda y Doris, la marinerita, cantaba y bailaba.
Como vivían en pobreza y en el campo, no había televisión ni luz, por lo que esa era su forma de divertirse.
A raíz de que ella y tres de sus hermanos nacieron con retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa de la vista, tenían que ir al médico. Sus otros cuatro hermanos (en total son ocho), nacieron sin esa enfermedad.
Doris recuerda que siendo una niña se sentaba en el regazo del doctor y él le pedía que cantara, pues su mamá le había comentado a él sobre sus destrezas vocales.
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“Si usted me canta una canción, yo le regalo un cinco. Me ponía a cantar y él me decía: ¡Ay, qué lindo que canta esta chiquita! Mi mamá le comentaba: Cuando ella sea grande va a ser una cantante”, recordó Doris, quien luego se fue a vivir a Cartago.
Así, con tantos comentarios positivos, sus deseos de cantar se incrementaron.
Conoció a un músico llamado Marco Vinicio, quien tocaba muy bien la guitarra.
Al escucharla cantar, la impulsó a participar en festivales de la canción en los que ganaba los primeros lugares.
Debido a las dificultades económicas de su familia, había abandonado la escuela (cursó hasta cuarto grado). Pero, dado su talento, surgió la oportunidad ─por medio de una beca ─ de recibir clases de canto, teoría musical y piano en la Universidad de Costa Rica.
Doris seguía participando en eventos musicales y a los 19 años grabó un disco de acetato.
Nueve años después (por ahí de 1996), tuvo la oportunidad de grabar un disco (llamado Este es el Amor) con el apoyo de un arreglista, quien trabajaba con grupos reconocidos de la época. Además, recibió financiamiento de un empresario y pudo presentarse en algunos programas de televisión.
Las canciones eran principalmente de balada pop, balada ranchera y balada romántica.
En ese entonces, Doris quedó embarazada y quien la financió se molestó con ella, pues sentía que con un bebé en camino sus posibilidades de tener una carrera como artista se limitarían.
“¿Cómo queda embarazada ahora cuando apenas está grabando su primer disco? Crea fama y échate a dormir, usted no puede hacer eso”, le dijo.
Aunque había planes para presentar el disco en Estados Unidos y en otros lugares, al final esto no se dio.
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“Me frustré mucho, porque era mi ilusión, lo que yo quería en ese tiempo”, manifestó la cantante, quien alrededor de tres años antes había perdido completamente la vista por su enfermedad.
No obstante, ella aprendió a vivir lo más independientemente posible y, justamente, cuenta que hay muchos prejuicios en torno a la población con discapacidad visual. La gente se sorprende cuando les cuenta todo lo que puede hacer, aunque no ve, como cocinar o limpiar.
Doris se retiró algún tiempo de la música, pero luego se dio cuenta de que había otras posibilidades de hacer lo que le gustaba y comenzó a cantar en coros religiosos.
Empezar sin nada
Posteriormente, sin tener “absolutamente nada”, como equipo de sonido o un vehículo para transportarse, creó su empresa Ministerio Musical Sol de Justicia, que hoy ofrece servicios de canto para eventos como bodas, rezos, fiestas, funerales y todo tipo de actividades.
“Mis papás me decían: Doris, ¿cómo va a empezar usted? Usted está sola, es no vidente. ¿Cómo va a hacer para comprar el carro?”.
Doris contestaba: “Papi, no sé cómo voy a hacer, pero yo lo voy a hacer. Yo quiero empezar, quiero luchar por mi hija y demostrarle a la gente que puedo”.
Ella acudió al Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y obtuvo un préstamo de ¢2,4 millones por medio del fideicomiso de la institución.
De esta forma, hace siete años adquirió un carro Chevrolet Tracker, año 1999, para poder cargar el equipo que pudo reunir y trasladarse a las actividades en las que la contraten.
Los problemas no estuvieron ausentes: no le querían dar el carro cuando lo fue a retirar del almacén en el que estaba, le quebraron el parabrisas y le causaron otros daños.
Finalmente, la emprendedora logró llevarse el carro y, poco a poco, fue haciéndole los arreglos necesarios, pues efectuaba rifas todas las semanas.
Doris creó unas tarjetitas con su nombre y número de teléfono y las repartía entre la gente.
Le pagaba a un señor para que la llevara a las actividades y así su negocio fue dándose a conocer más.
Como toda empresa, hay días buenos y malos, pero la emprendedora continúa.
Actualmente, su hija Kerlyn Pacheco, de 22 años, es su “mano derecha” y quien la lleva a los eventos y arma el equipo.
La artista aclara que hoy día prefiere cantar canciones con mensajes positivos y, aunque sigue interpretando canciones románticas, cumbias, rancheras y otros ritmos, evita aquellas que hablan de adulterio y que promuevan la violencia, las drogas y cosas negativas.
Los planes de la emprendedora son muchos, todos encaminados a seguir creciendo.
A corto plazo, espera cambiar su vehículo por uno mejor y, a largo plazo, sueña con volver a grabar un disco, así como viajar a otros países para que conozcan su música.
Contacto:
Si le interesa contactar a la emprendedora, puede llamar al 8946-2796.